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Montferrand

El faro de la Aeropostal, tres iglesias y un emplazamiento arqueológico de féretros de piedra

Montferrand era en la antigüedad un importante puesto aduanero en la Vía Tolosa que unía Toulouse con Narbona. Una ciudad galorromana que se extendía sobre cerca de 12 hectáreas. Las excavaciones arqueológicas han permitido restaurar una serie de vestigios como, por ejemplo, unas termas, una iglesia paleocristiana y 52 sarcófagos de piedra y tumbas. Probablemente al principio era un simple alto en el camino. Montferrand, llamada entonces «Elusio», se convirtió rápidamente en una ciudad donde transitaban mercancías venidas desde el mundo romano e incluso más allá. Las excavaciones arqueológicas han permitido restaurar unas termas, así como necrópolis del siglo VI que contaban con casi 140 sepulturas. La basílica nos sorprende por los trazos orientales de su ábside en forma de herradura. En la Edad Media, la ciudad fue sitiada por Simón de Montfort y su castillo fue destruido. No obstante, todavía se puede observar una puerta del siglo XIV. Hoy, desde la parte superior del pueblo, se puede disfrutar de una vista panorámica de los Pirineos y la Montagne Noire, y ver el antiguo faro del correo aéreo y las tres iglesias.
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¡UN PUEBLO Y TRES IGLESIAS!
La primera iglesia, Saint Pierre d’Alzonne, se encuentra en el emplazamiento arqueológico, bajo el pueblo actual. Consagrada en el siglo XI, esta iglesia albergaba un priorato vinculado a la Catedral de Saint Papoul. Esta iglesia acoge hoy un conjunto de 18 estelas desde el siglo XI al XIV. Una de ellas, del siglo XIII, destaca por su diseño original en cruz occitana. La segunda, Notre Dame, aún subsiste en lo alto del pueblo, cerca del antiguo castillo, y funcionó hasta 1880 antes de ser transformada en residencia particular. Finalmente, la tercera y última iglesia, Saint Laurent, del siglo XIV, posee un interesante monumento a la muerte.
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EMPLAZAMIENTO ARQUEOLÓGICO DE MONTFERRAND
Primero Pierre-Georges Latécoère, el inventor y promotor de la primera conexión aérea comercial, con Beppo Massimi y Marcel Bouilloux-Laffont entre 1918 y 1936, crean «la Aeropostal» y su leyenda. Una fabulosa historia con prestigiosos pilotos, como Antoine de Saint-Exupéry, Jean Mermoz, Henri Guillaumet y muchos otros, que partieron de Toulouse y sobrevolaron Lauragais con aviones legendarios camino de Sudamérica. A lo largo de la ruta París-Burdeos-Toulouse-Narbona-Perpiñán, los faros emitían, en código morse, una combinación luminosa de líneas y puntos correspondiente a la identificación del lugar. Nos encontramos en el principio de la actividad aeronáutica comercial, sobre los años 1920-1930. Poco a poco, la actividad se intensificó, los vuelos se extenderían desde el día hasta la noche y se necesitó establecer puntos de referencia luminosos visibles que iluminasen a los pilotos en su ruta. En 1932, había cerca de 140 faros de carretera con una iluminación de eclipse blanco o de luces de neón rojas parpadeantes. Hoy en día, este patrimonio tiene un significativo valor histórico como testimonio de la época de la gran «Ligne Aéropostale de L’atlantique Sud» (Línea Aeropostal del Atlántico Sur) que conectaba Toulouse con Natal pasando por Tánger y Dakar.
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En la ruta de la Aeropostal
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